Eclipse de Luna del 7 de Agosto de 2017

Imagen del Eclipse de Luna del 7 de Agosto de 2017.

Eclipse de Luna

Anochece en la costa mediterránea y un viejo faro comienza a iluminar el horizonte marino mientras que la Luna, teñida de amarillo, emerge entre algunas nubes con la última mordida de la sombra terrestre en la parte inferior derecha.


Dusk on the Mediterranean coast. An old lighthouse begins to lighting sea horizon, meanwhile the yellow dyed Moon emerges between some clouds with the last bite of the terrestrial shadow at bottom-right.

Objeto/Fecha

Eclipse de Luna @ 7-Ago-2017 19:21 TU

Datos captura

Canon EOS 100D y Tamron AF70-300 a 218mm. f/8 (1 × 1/4 seg. a ISO-800) desde Cullera, Valencia (España)

Cómo se hizo…

El eclipse apenas será observable, pero es un acontecimiento que siempre llama la atención del sufrido veraneante, así que hay que aprovechar el viento a favor…

El domingo por la tarde hago unos cálculos para planificar la imagen: la Luna saliendo sobre el horizonte este-noreste con el eclipse agonizando está pidiendo una localización playera a gritos. Lo primero que me viene a la mente es el Faro de Cullera, que no sólo los faros viven de vías lácteas… Según las efemérides afortunadamente sale un bonito encuadre cerrado desde un par de puntos de vista accesibles. La zona la conozco perfectamente de otros eclipses y muchas tardes de playa: el Faro y la Playa del Dosel de Cullera.

El lunes por la mañana recibo un mensaje de Alex «por casualidad vas a hacer algo para el eclipse?», le digo «tengo un planning para Cullera», me dice «ah, perfecto…».

Las previsiones son cielo 100% despejado y libre de obstáculos, ya de tarde viene a casa y salimos con el coche hacia el sitio. A medio camino nos cae una tromba de agua y llegando a Cullera está todo cubierto, lo típico.

El punto de vista perfecto está en una escalera de acceso a unos edificios playeros sobre la montaña, con permiso de construcción otorgado en los años 70. Pasamos el cartel de «propiedad privada» como si tal, y subimos hasta el recodo exacto de la escalera. Compruebo lo calculado: visión directa del faro situado a 608 metros de distancia.

Está mayormente nublado y se ven cortinas de lluvia hacia nosotros, pero como unos campeones desplegamos los trípodes y extendemos los teleobjetivos. Un par de tomas para ver el encuadre…

Mientras hacemos tiempo aprovechamos el tiempo para sacar provecho, Alex saca el bocata y unas papas y yo desenfundo el sandwich y guardo la bolsita de plástico en la mochila. Ya damos el cante, somos dos paparachis merendando con los teleobjetivos apuntando a la playa…

Unas señoras suben por la escalera «sacando fotos de …?», Alex contesta «No, el eclipse…», la señora «Sí, el eclipse! Hay más fotógrafos en la playa». Pienso «sí, el eclipse mediático». Ahora ya tenemos pase VIP para estar en la escalera. Mientras se pone cada vez más negro y suenan truenos se quedan allí para verlo, ya hay gente en los balcones mirándonos. La señora quiere hacerse una foto con Alex…

Ya es la hora, empiezan a caer gotas, disparo un poco para ajustar los parámetros…

La lluvia se anima y un viento cálido empieza a moverse, truenos. Las señoras se marchan de mala gana ante la amenaza meteorológica y enseguida veo el resplandor rojizo de la Luna entre nubes grises junto al faro, justo en el sitio previsto. Se nota el efecto del eclipse, con un bocado oscuro abajo a la derecha. Lanzo algunos disparos pero su imagen tiene todavía mucha turbulencia…

De repente sucede el reventón térmico: el aire se cae de golpe, gotas gordas, truenos, el viento empieza a moverlo todo. ¡Justo ahora! Pero no renuncio… recupero la bolsita de plástico del sandwich y envuelvo la cámara…

Chorros de viento huracanado, calientes como salidos del horno, levantan todo lo que tienen a mano. El contenido de las papeleras sale por el aire y tengo que sujetar el trípode para que no salga disparado, momentos después me apoyo en el trípode y me cojo de la barandilla porque el viento también me está empujando a mi. Pasa una almohada volando sobre mi cabeza, otros objetos no identificados salen por el aire desde los balcones de los edificios.

La Luna se ve junto al faro pero es imposible tomar una foto entre lluvia y tornado. Alex no aguanta más, recoge el equipo y se refugia un poco bajo el edificio. Yo aguanto como un reportero de guerra sujetando el equipo, cajones de plástico ruedan carretera arriba junto al mar. La gente huye de la playa, pienso en los fotógrafos que habrían apostados en la playa, «mala apuesta».

El viento se calma un poco y cae menos lluvia, la Luna se ve claramente entre alguna nube, demasiado alta ya para captarla junto al faro en formato paisaje. Quito la bolsita de plástico, re-encuadro en formato retrato, reajusto parámetros, y empiezo a disparar sin parar… de aquí saldrá la buena…

El tiempo se sigue calmando, Alex regresa al recodo y monta su equipo. La Luna se levanta ya inexorablemente sobre el faro, abro el campo un poco más y sigo disparando. Pero tal como sube, ya demasiado lejos estéticamente, empieza a meterse por detrás de otra nube oscura. Unos instantes después desaparece.

Estoy contento, creo que lo conseguí.

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7 comentarios

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    • Xabier Arcelus el viernes, 11 agosto 2017 a las 9:32

    Un buen premio a la constancia y por tu espíritu de luchar por la foto «contra viento y marea» (bueno, sustituir lo de marea por nubes de polvo y arena… y señoras ). Seguiste adelante donde otros ya lo habían dejado. Creo que incluso el formato de la foto, con la verticalidad del faro, le da más fuerza a la imagen que si hubiese sido apaisada. Enhorabuena !

    1. Tienes razón.
      Gracias!

    • b:Deíca-r el martes, 8 agosto 2017 a las 22:53

    De gran estética y con un acierto bucólico propio de otros pasados; cuando el modernismo viraba al art déco alumbrado por la lámpara del tiempo.
    Anduve tirando desde una azotea, más bien por pereza que acrecentada por las nubes, en estas latitudes, sabía sobradamente de mi única posibilidad de tomar los últimos instantes sería desde lo más alto…Sólo una vieja, antena, de escuálidos brazos dio respuesta a mi solicitud y posaba con la parsimonia de que lo ocurrido sólo era un refilón de sombra. Preludio de la noche ya menos cálida. Nada qué ver con esta otra en la que se conjugan la cúpula del edificio costero apropiándose de la redondez lunar y con la misma intención relevando al sol la singladura de su haz luminoso en la noche.

    Qué capaz…

    Sólo fueron unas pruebas documentales mientras fotografiaba a un ocaso solar no menos importante aunque sí muy colorido y divertido.
    Por aquí las nubes hicieron gala de lo gris, y de elegante soberbia, que puede ser Selene, sabiéndose tan admirada, tras un cielo de meteóricos visillos que empercudidos la esperaban bastante más (des)vestida…pasados esos elevados encuentros. Y me di de bruces con un manto inoportuno. Luego, perdido ya el instante, recuperó esplendor rojizo; despertador oxímoron luminoso que la descubre para la noche.
    Como en el cuento; hubo calabazas y aún no era noviembre, ni las doce, ni medianoche.

    Dejo que el brillante ratón inalámbrico repare los daños y descanse. Fue la crónica de una muerte anunciada que no regresará otro, completo, en mucho tiempo y ni estaremos, para entonces, ni pensión que lo resista.

    Todo este tiempo atrás despejado y el día ideal se tuerce.
    Qué cosas

    Pero tu foto es, simplemente, ferpecta

    Saúdos d:D´

    1. Hola Deícar.

      Siento que no pudieras capturar el momento, aunque desde vuestros lares todavía era si cabe más difícil. En julio de 2018 tenemos el próximo, tiempo hay para limpiar objetivos, y buscar sitios más secos.

      Gracias por tus palabras, da gusto tener que pensar para leer en nuestros días.

      Un abrazo.

        • b:Deíca-r el jueves, 10 agosto 2017 a las 11:00

        Onvre, esa epopeya (por lo de marino) pone el dedo en la llaga y cuenta aquello que no relataste antes; ahora queda claro que tanto unos como otros ──en este país── vimos que las nubes abarcaban gran extensión de terreno y, queda claro, aquellas tan altas que tenía delante abarcaban más allá del horizonte de la Cuesta de Las Encomiendas, allende el Tajo. Como siempre, acercándose, por estas fechas o algo más sufrís preludios de gota fría que, según el parecer científico, tienen qué ver con la cantidad de «Co2» trasladado por tanto tubo de escape; o al menos y en parte es un gran contribuyente. También, ese mar ──o la mar, como decía Alberti── depara con su humedad y repentinos cambios a una previsión imprevisible, redundante e itinerante.
        Da qué hablar tu foto, pero tu relato, qué no brelato cuenta ahora lo mal que se pasa para conseguir mostrar lo que la pasión de cada uno busca o trata; como con las blancas.
        Un gusto tanto la foto como lo contado. Un gusto la luna en su estertor final de penumbra y ese faro que alumbra como una vieja *crónica (*repetición constante de algún daño que la aqueja) de ciencia ficción y se despega del promedio de una distancia aún comparable pero muy bien medida.
        [¿Aquello qué no comprendo aún es cómo no se hizo mayor énfasis en la parte que se omite (supongo que adrede y para dejar a la imaginación del lector) sobre el instante en que ella quería una foto con su amigo y el porqué de no seguir contando qué, cómo y cuándo se tomaron la tapas o fue una introducción al espontáneo ligue? La próxima vez se debería extender algo más en los detalles y sin que por ello pudiera parecer una ínfula contar cómo siguió o cómo debería haber acabado el asunto por esos derroteros…Me quedé en ascuas. Qué pena]

        Bárbaramente y pensando en la que truena y su patrocinio, o patronaje por lo marino y porque pudo ser un desastre, en nada imaginé tanta tribulación para esa pequeña embarcación en la que ambos fotógrafos se vieron envueltos en tormenta; sin que hubieran sido encomendados a la mencionada, que bien guiados por tan ilustre alumbre de fija torre tuviera el comportamiento de seguir bajo ella para conseguir ese momento. Bien vale una pica en Flandes o dónde sea, sea…que es mar en sajón.
        Está claro que no llueve a gusto de todos y últimamente ante tanto acontecimiento extraordinario o extraterrestre casi siempre por estos lares (entiéndanse incluso en su totalidad peninsular) van y se jo…roban. Así no hay forma de ver claramente qué es extraterrestre, extraoficial o ──para más henry── extravertido. Que, como decía un profesor (mío) de Bellas Artes: ──Qué dices, Rícar, es extrovertido, pues tú lo que dices va por otra acera.
        Le saqué del capricho de su ignota palabra y poniéndole punto sobre vocal aguda le expliqué para su jubilación la diferencia existente entre un prefijo etimológico y una mala traducción de lo que de Englan por avión nos llegó, llega y llegará. No es lo mismo extra que extro. He ahí la definición y diferencia… (Bueno, me parece que me he perdido. Prosigo extrañado, qué no extroñado)

        Hice algo, sí con la luna y una vieja…antena y aunque mi ubicación era poco más que incorrecta, fotografié la deseada penumbra en Selene ──precedente de la hora nocturna en que me hallaba── sin mejor situación que la permitida por una fina barandilla a veintisiete metros del suelo y un muro impidiéndome otra mejor colocación para encuadrar a ambas.
        Mi horizonte Este estaba plagado de nubes bajas que una hora antes comenzaron a llenar ese, últimamente, teatro que lleno de tormentas de verano nos restan la posibilidad de todo, o casi, cuanto acontece hacia Levante. Aunque el ocaso tampoco era manco ni avaro por la cantidad de formaciones en el cielo qué refiero. Como en Gürtel, o algo así y sus comunidades. Qué feo veo el asunto.
        ¿Qué tanto unen a ambas regiones en temas económicos?:
        Religión pura, breviario en mano y con aquella semisonrisa entre dientes, que con mueca socarrona fue pasando el tribunal de sorna por unos trajes grises. Traje superstición pura, dura y raída de antemano. Igual que el cielo vivido y, por ahí, los aguaceros que yo no sufrí. Hay qué jo…fastidiarse.
        ¿Y las noches? Tampoco se quedan cortas, pues cada vez más contaminadas suponen contratiempos y reveses en cada toma para fotos descriptivas, para panorámicas, valgan las aliteraciones.

        Ah, y aprovechando, se me pasó en su día felicitarle por aquellos últimos Apod, que cada vez son mejores…
        Sin más (y otra vez, para echarnos unas risas, le sigo contado), un deferente saludo.
        Súa foto, caralludamente boa

        ──Ehí o deixo…
        ──Ahí lo dejo ──dijo el antropólogo── Y se fue a plantar un pino

    • Poquetacosa el martes, 8 agosto 2017 a las 7:27

    Preciosa foto.

    1. Me alegro de que te guste, que no es poca cosa… 😉

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